martes, 11 de mayo de 2021

 

La alegría es algo gratuito, un aprendizaje, es consecuencia de vivir los valores y de hacer el bien, la alegría viene dada por el bien en uno mismo y en los demás, por lo tanto no es algo material ni depende del placer, ni de la riqueza, fama ,estatus, etc.

Alegría. Reacción emocional caracterizada por un tono vivencial agradable y relacionada con sucesos vividos en un presente inmediato.

Alegría grato y vivo movimiento del ánimo, ya por algún motivo fausto o halagüeño, ya, a veces sin causa determinada y el cual, por lo común, se manifiesta con signos exteriores.

 

 

La vida carece de valor si no nos produce satisfacciones. Entre éstas, la más valiosa es la sociedad racional, que ilustra la mente, suaviza el temperamento, alegra el ánimo y promueve la salud.

Nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para vivir, porque cuando tú viniste a este mundo llegaste solo.

Cuando naciste tú, todos alrededor sonreían. Vive la vida de manera que cuando mueras tú sonrías y todos alrededor lloren.

Si quieres que algo se haga bien, hazlo tu mismo con el corazón.

La bondad y la esperanza deben de ser cualidades de un soldado de Dios.

Si buscas alguna respuesta en la vida, no olvides de buscarla dentro de ti.

 Es complicado explicar, muchas veces, como es posible que estemos hablando de tantos cambios positivos, de que el proceso evolutivo avanza sin pausa, de que estamos incrementando nuestra vibración, que vamos a cambiar de nivel de conciencia, etc., y luego seguir viendo que, en general, la situación global del planeta, así, mirando por encima la cosa, parece indicar todo lo contrario.

El concepto de separación en dos de la realidad general, las dos “Tierras”, es complejo de comprender, y mucho más complejo de ponerle palabras a lo que significa que diferentes realidades convivan unas con otras, y que, lo que pasa en una de ellas, no sucede en la otra. Voy a intentar hacer una analogía de lo que está pasando, en estos momentos, a nivel macro, usando una historia :—), y a ver si sale algo que sirva para comprender los tiempos tan convulsos que estamos viviendo.

Una de barcos

Bienvenidos a nuestro planeta, un barco surcando las aguas infinitas del océano que es nuestro universo. Todos vamos a bordo del mismo. El timón lo dirige la consciencia colectiva de los que van a bordo, pero también el mismo barco como tal, pues es consciente de si mismo y puede orientar sus velas y su dirección según le convenga. Mientras el barco y sus pasajeros se lleven bien, no hay problema. A pesar de que estos últimos han desmontando más de una vela, quemado más de un mástil, perforado alguna cubierta o destrozado algún que otro remo, de momento, el barco les permite seguir a bordo y los lleva en su periplo por las maravillosas aguas de la Creación. 

La vida en el barco, en general, no es fácil. La mayoría de pasajeros no se enteran de lo que pasa, ya que el barco es muy grande y permite que haya multitud de recovecos y lugares donde pasar tranquilamente la travesía, ocupados en pequeños quehaceres. Además, desde hace mucho tiempo, la mayoría tampoco sabe que el barco fue asaltado por piratas, que, escondidos en lo más alto de los mástiles y tras las sombras de las velas, se han ido apoderando de todo lo que había en el barco, dirigiendo a ciertos tripulantes que tenían anhelos de mando, para que pusieran a los pasajeros a hacer ciertas cosas, a que trabajaran para ellos de forma sutil, que se pasaran todo el día limpiando las cubiertas, ordenando las bodegas, haciendo los trabajos de mantenimiento, etc., con tal de que no prestaran atención a nada que no fuera su pequeña parcela de terreno dentro del barco, sobre la que les habían hecho creer que tenían algún tipo de derecho o control. Además, algunos de los tripulantes, muy hábiles ellos, se pusieron de acuerdo con los piratas para que les dejaran mandar completamente en el velero “sin que se notase mucho”, a cambio de ciertos poderes y favores, así los piratas no tendrían que preocuparse de gestionar ellos mismos a la masa de pasajeros.

Con el tiempo, el barco fue cruzando diferentes mares, pasando por zonas de tormenta y por zonas de calma, haciendo que las aguas, el viento y las energías del océano fueran poco a poco cambiando la estructura del velero. El barco mismo ya sabia dónde tenia que ir y lo que le iba a suceder, pues era su deseo llegar a cierto puerto y sufrir una transformación y renovación total, pero los pasajeros en general no tenían ni idea, y tanto los piratas como los tripulantes que intentaban dirigir el velero por su cuenta, no hacían más que mover el timón a escondidas para ir en dirección opuesta a donde esas corrientes evolutivas les llevaban sin remedio.

Este tira y afloja duró mucho tiempo, pues algunos pasajeros del barco que sabían lo que estaba pasando, colaboraban activamente para ayudarle a llegar a su destino, luchando primero contra los tripulantes amigos de los piratas, y contra los mismos piratas luego, pues ya habían descubierto sus escondrijos en lo alto de los mástiles, y ya eran bien visibles para unos cuantos que sabían mirar hacia arriba y entender que es lo que estaba pasando.

Como el barco en si también quería continuar con su camino sin mas dilación, decidió pedir más ayuda a barcos vecinos, para que otros pasajeros de esos barcos, que tenían sed de aventuras y una ganas de ayudar enormes, pudieran subir a bordo y colaborar con los que ya estaban allá para pararles los pies a los piratas. Estos, por su parte, se resistían a abandonar el lugar, y se peleaban entre ellos creyendo que, ilusamente, algún día se quedarían con el barco por completo. Mientras tanto, los tripulantes mandones con los que tenían acuerdos empezaron a no entender nada, pues las guerras internas se hacían cada vez más patentes y ya no se sabia quien mandaba a quien y quien era quien, ni siquiera entre los piratas. La llamada de ayuda siguió atrayendo a bravos marineros de otros veleros que ya se colaban por todas las pequeñas escotillas poco vigiladas, y decenas de pequeñas balsas, embarcaciones y algún que otro portaaviones, de otros lados del océano empezaron a acumularse alrededor del barco, a una distancia segura, para intervenir si la cosa se ponía muy fea, o simplemente para permitir que sus marineros entraran y salieran del velero a medida que iban cumpliendo sus misiones.

Así, el tiempo fue pasando y el rumbo original se fue más o menos manteniendo, hasta que la situación se hizo mucho más complicada.

Sabiendo el barco, como ser consciente que era, que sus pasajeros, si querían acompañarle a su nuevo destino, tenían que tener unas ciertas condiciones físicas, para no marearse, para aguantar las nuevas aguas, para poder hacer frente a las vicisitudes del nuevo rumbo, se dio cuenta de que, desafortunadamente, muchos pasajeros, como se habían pasado el trayecto metidos en sus camarotes y preocupados por sus pequeños quehaceres en el barco, jamás se habían asomado a cubierta, no habían conocido el mar, no se habían ni siquiera relacionado con el barco como ser que los acogía, etc., y no tenían las condiciones necesarias para seguir con él en su camino. Esto, por supuesto, no se hacia con animo de sentar juicios de valor o morales, pues el barco sabia que cada pasajero llega siempre a su destino, no importa el tiempo que se tarde en ello. Pero algo había que hacer, pues por un lado, el velero ya cansado quería poner rumbo directo y las velas hacia unas nuevas aguas, más turquesas, cristalinas y calmadas, y por otro lado tenia que proporcionar a los pasajeros una forma de que estos siguieran con su rumbo evolutivo hasta que estuvieran listos para reunirse con él, en aquellas nuevas aguas, cuando estos estuvieran preparados para ello.

Así que, el barco, tras mucho jaleo interno y con mucha ayuda exterior de todos los que habían venido desde los cuatro mares a asistir, decidió separarse en dos. Este, que era muy sabio, hizo una copia de si mismo, se hizo un doble, y decidió que poco a poco ese doble se iría separando, y llevaría con él a aquellos que quisieran ir a navegar por lugares más apacibles y empezar un nuevo viaje sin piratas, tripulantes controladores y demás. Lo que pasa, es que el proceso de separación no podía ser instantáneo, tenia que hacerse suavemente y con cuidado, moviendo discretamente y sutilmente a los pasajeros según la versión del barco en la que debían estar por derecho evolutivo. Además, se ayudó a que todo el mundo supiera que era lo que estaba pasando, para que aquellos que, ejerciendo su libre albedrio, decidieran prepararse para irse con el nuevo barco, y no seguir ya con el antiguo pirateado.

Mientras tanto, en este último, las cosas iban de mal en peor. Los piratas no paraban de pelearse entre ellos, y además se peleaban con los marineros recién llegados de otros barcos, en un intento de estos últimos de evitar que bloquearan el proceso de separación y que los pasajeros pudieran subir al nuevo velero. Los marineros venidos de fuera querían a toda costa preservar el velero como tal, su bienestar era lo más importante, así como mantener abierta la posibilidad de saltar al nuevo barco. Para ello, se instauró un gran tablón de madera que, firmemente sujeto, conectaba la baranda de un barco con otro, una gran pasarela que, a la vez, separaba ambos barcos pero los mantenía por otro lado interconectados hasta que el proceso de separación total se hubiera completado. Aquel gran tablón permitía, si se mantenía estable, que las cosas se fueran dando poco a poco y paulatinamente, consiguiendo que muchos pasajeros empezaran a saltar de un lado a otro, y también permitía que los que ya estaban en el nuevo barco, pero querían volver a ayudar a otros a cruzar, pudieran hacerlo temporalmente con relativa seguridad.

Esto era lo más difícil. En el viejo barco había muchas cubiertas, muchos niveles, y los que estaban en las cubiertas más profundas eran los más difíciles de alcanzar. Ahí, en esas cubiertas más profundas, había toda clase de choques, peleas y batallas por los recursos del barco, que los sistemas de información que existían por todo el velero viejo se encargaban de transmitir al resto de cubiertas y pasajeros. Realmente, si no vivías en una de esas cubiertas todo aquello no te afectaba mucho (excepto por los ruidos y las preocupaciones de que no se extendiera todo aquel jaleo a tu zona), pero mantenía la tensión constante entre los pasajeros que, pendientes del sistema de información global, no dejaban de mirar siempre hacia la cubierta inferior olvidándose de que el otro barco se iba separando cada vez más y que la gran pasarela intermedia no iba a durar para siempre conectada entre ambos veleros.

Por el libre albedrio y el trabajo de cada uno, muchos pasajeros al ser más y más conscientes de la situación abandonaban las cubiertas inferiores, y empezaban a descubrir lo que empezaba a suceder en las otras partes del velero viejo, algunos descubrían la pasarela de paso, y conseguían con esfuerzo personal cruzar al nuevo barco, donde también llegaban las noticias de lo que sucedía en el fondo del barco viejo, pero ahí ya no tenían ningún influencia. Otros pasajeros, lamentablemente, en vez de huir hacia las cubiertas superiores, se dejaban arrastrar por el lio que había formado abajo del todo, y terminaban bajando de su cubierta a otras más profundas, haciendo casi imposible que los marineros venidos de fuera y los pasajeros que sabían lo que pasaban pudieran echar cuerdas y sogas suficientemente largas como para que estos se pudieran enganchar y ser izados hacia cubiertas superiores.

Y eso duró y duró, el barco no cejaba en su empeño de mantener ambas opciones todavía juntas, separándose lentamente, pero intentando alcanzar a cuantos más pasajeros mejor. Cuando los piratas se dieron cuenta del papel que tenia la gran pasarela entre barcos, intentaron también desestabilizarla, romperla, quitarla, ya que si se iban todos los pasajeros al nuevo barco, donde ellos tenían prohibida la entrada, ¿a quien iban a gobernar? ¿quien se iba a quedar en el barco viejo para hacer todas las tareas de mantenimiento? Ellos no, por supuesto, era necesario mantener a cuantos más pasajeros mejor ahí atrapados. Los piratas ordenaban más y más a los tripulantes  compinchados para que la liaran más gorda en los pisos inferiores del barco viejo, aunque había tal descontrol que muchos de estos tripulantes empezaron a pensar si no era mejor abandonar ya el velero de una vez por todas, pues parecía que se les estaba yendo de las manos el control. De todas formas, la mayoría de ellos, como no conocían otra forma de vida, y no sabían existir sin ser manejados y guiados por los piratas, seguían acatando ordenes y seguían moviendo sus piezas en el viejo barco.

¿Y que sucedía mientras tanto en el nuevo velero? Pues que muchos de los pasajeros que habían cruzado la pasarela se mantenían cerca de la misma, se resistían a creer que el barco donde habían vivido siempre ya no iba a ser su hogar, porque no entendían que ese mismo barco ahora se iba a convertir en un súper-crucero de lujo, y no acababan de creérselo. Estando tan cerca de la pasarela, algunos iban y venían entre las dos versiones del barco que existían en esos momentos casi solapadas por completo, aunque la mayoría empezó a comprender que, para seguir adelante, había que acelerar el proceso de separación entre ellos. Muchos de los que habían cruzado al nuevo barco en las primeras oportunidades de paso, estaban ya tan alejados de los ruidos del velero viejo que ni notaban su presencia, y oteaban al horizonte viendo como se iban acercando a las aguas cristalinas a las que iban a llegar, y como una parte de la embarcación, la más alta, como por arte de magia, empezaba a transformarse en ese nuevo crucero de lujo que sería su futuro hogar.

Así, los que estaban más preparados, empezaron a percibir ya las nuevas habitaciones y camarotes, la nueva cubierta, las nuevas velas y la nueva decoración que había en el nuevo crucero que empezaba a asomar por la proa, ¡que maravilla!! Y no hacían más que gritar a los que estaban en la parte más baja del nuevo barco que se olvidaran del viejo, de sus peleas, de sus tejemanejes, y que subieran más y más arriba, que empezaran a contemplar la transformación y a disfrutar del nuevo crucero que poco a poco se iba manifestando.

Algunos les hacían caso, y por fin se liberaban de las tribulaciones del viejo barco, que no es que no existieran, sino que los ecos de lo que sucedía en él ya no tenían importancia, y ya no valía la pena preocuparse por ello. Mientras tanto, montones de marineros y pasajeros valientes seguían manteniendo firme la pasarela de paso, ayudando a saltar de un lado a otro a la gente, y dejando que aquellos que por su propia iniciativa deseaban seguir en el viejo barco así lo hicieran.

¿Y que pasó luego?. Pues el final de la historia aun os lo tengo que contar, pero permitidme que lo deje para otro momento, porque no es cuestión de chafar el final de la película cuando la puedes vivir en primera fila. Solo os diré que, al final, los dos barcos se separaron, y que el viejo barco se fue por las mismas aguas por las que había navegado toda su existencia, y, pasado un tiempo de navegación prudente, pasó por unos astilleros, donde lo desguazaron por completo, y lo volvieron a reconstruir, sin piratas, sin tripulantes y sin pasajeros (ya que estos habían ido abandonando poco a poco el viejo barco encarnando en otros con características parecidas), solo con plantas, animales y vida fresca, para que iniciara otra ruta por las mismas aguas que tanto tiempo había surcado en una nueva rueda evolutiva. Por otro lado, el nuevo velero, convertido ya en crucero de lujo, hacia lo mismo, en otras aguas, y con parte de los pasajeros, mientras servían cócteles de piña colada y todos cantaban el himno de la alegría por la gran aventura que todos habían vivido.

Y así, colorín colorado… este cuento no ha más que comenzado…

martes, 23 de marzo de 2021

 𝗣𝗔𝗥𝗔 𝗡𝗢 𝗘𝗡𝗙𝗘𝗥𝗠𝗔𝗥💫🙏

Habla de Tus Sentimientos.

Emociones y sentimientos que son escondidos, reprimidos, terminan en enfermedades como: gastritis, úlcera, dolores lumbares, dolor en la columna. Con el tiempo, la represión de los sentimientos degenera hasta el cáncer.

El diálogo, el hablar, la palabra, ¡son un poderoso remedio y una excelente terapia!

𝗦𝗜 𝗡𝗢 𝗤𝗨𝗜𝗘𝗥𝗘𝗦 𝗘𝗡𝗙𝗘𝗥𝗠𝗔𝗥𝗧𝗘💫🙏

Toma Decisiones.

La persona indecisa permanece en la duda, en la ansiedad, en la angustia. La indecisión acumula problemas, preocupaciones, agresiones.

La historia humana está hecha de decisiones.

Para decidir es preciso saber renunciar, saber perder ventajas y para ganar otras.

Las personas indecisas son víctimas de dolencias nerviosas, gástricas y problemas de la piel.

𝗦𝗜 𝗡𝗢 𝗤𝗨𝗜𝗘𝗥𝗘𝗦 𝗘𝗡𝗙𝗘𝗥𝗠𝗔𝗥𝗧𝗘💫🙏

Busca Soluciones.

La personas negativas no consiguen soluciones y aumentan los problemas. Prefieren la lamentación, la murmuración, el pesimismo.

Mejor es encender un fósforo que lamentar la oscuridad.

Una abeja es pequeña, pero produce lo más dulce que existe.

“Somos lo que pensamos”. 

El pensamiento negativo genera energía negativa que se transforma en enfermedad.

𝗦𝗜 𝗡𝗢 𝗤𝗨𝗜𝗘𝗥𝗘𝗦 𝗘𝗡𝗙𝗘𝗥𝗠𝗔𝗥𝗧𝗘💫🙏

No Vivas de las Apariencias.

Quien esconde la realidad, finge, hace poses, quiere siempre dar la impresión de estar bien, quiere mostrarse perfecto, bonachón, etc.… y está acumulando toneladas de peso… Una estatua de bronce con pies de barro. Nada peor para la salud que vivir de apariencias y fachadas.

Son personas con mucho barniz y poca raíz.

Su destino es la farmacia, el hospital, el dolor.

𝗦𝗜 𝗡𝗢 𝗤𝗨𝗜𝗘𝗥𝗘𝗦 𝗘𝗡𝗙𝗘𝗥𝗠𝗔𝗥𝗧𝗘💫🙏

Acéptate!

El rechazo de sí mismo, la ausencia de autoestima, hace que nos volvamos ajenos a nosotros mismos.

Ser uno mismo es el núcleo de una vida saludable.

Quienes no se aceptan a sí mismos, son envidiosos, celosos, imitadores, competitivos, destructivos. Aceptarse, aceptar ser aceptado, aceptar las críticas, es sabiduría, buen sentido y terapia.

𝗦𝗜 𝗡𝗢 𝗤𝗨𝗜𝗘𝗥𝗘𝗦 𝗘𝗡𝗙𝗘𝗥𝗠𝗔𝗥𝗧𝗘💫🙏

Confía!

Quien no confía, no se comunica, no se abre, no se relaciona, no crea relaciones estables y profundas, no sabe hacer amistades verdaderas.

Sin confianza, no hay relacionamiento.

La desconfianza es falta de fe en sí, en los otros y en Dios.

𝗦𝗜 𝗡𝗢 𝗤𝗨𝗜𝗘𝗥𝗘𝗦 𝗘𝗡𝗙𝗘𝗥𝗠𝗔𝗥𝗧𝗘💫🙏

No Vivas Siempre Triste.

El buen humor, la risa, el reposo, la alegría, recuperan la salud y traen larga vida.

La persona alegre tiene el don de alegrar el ambiente donde vive.

“El buen humor nos salva de las manos del doctor”.

“La alegría es salud y terapia”

Bendiciones a todos !!

miércoles, 10 de marzo de 2021

 El estrés es el causante de varios problemas que atravesamos durante el día y al regresar a casa afortunadamente existen algunas formas de superarlo, el estrés es inevitable así que siempre es importante saber lidiar con este problema diario de una forma positiva, aquí existen varias que espero te ayuden:

Conéctate con la naturaleza

Pasar tiempo al aire libre en la naturaleza es bueno para el cuerpo y la mente. Ayuda a aliviar los sentimientos de preocupación, ansiedad y estrés. La belleza natural nos distrae de los problemas y solo nos ayuda a sentirnos bien. Los estudios muestran que estar en la naturaleza, o incluso ver escenas de la naturaleza, reduce la ira, el miedo y el estrés y aumenta los sentimientos agradables. La exposición a la naturaleza no solo te hace sentir mejor emocionalmente, sino que también contribuye a tu bienestar físico, reduciendo la presión arterial, la frecuencia cardíaca, la tensión muscular y la producción de hormonas del estrés.

Aromaterapia

La aromaterapia utiliza aceites esenciales aromáticos con fines medicinales para mejorar la salud del cuerpo, la mente y el espíritu. Mejora la salud tanto física como emocional. Varios estudios muestran que la aromaterapia puede disminuir la ansiedad y mejorar el sueño.

Algunos aromas son especialmente calmantes. Éstos son algunos de los aromas más calmantes:

Lavanda

Rosa

Vetiver

Bergamota

Manzanilla romana

Neroli

Incienso

Sándalo

Ylang Ylang

Azahar o azahar

Geranio

Escribir un Diario

Una forma de manejar el estrés es escribir las cosas. Muchos estudios han demostrado que llevar un diario es una herramienta valiosa para mejorar la salud mental. Hay muchos enfoques para llevar un diario que pueden ayudar con la ansiedad:

Sacar la basura: si estás luchando con pensamientos negativos o abrumadores, una técnica para ayudar a aliviar la tensión y el estrés es escribir todos los pensamientos negativos en un papel. Sigue escribiendo hasta que no puedas pensar en nada más para escribir. Luego rompe el papel y tíralo o quémalo. Esto ayuda simbólicamente a tu mente a comprender que estos pensamientos son basura. Luego escribe nuevos pensamientos positivos para reemplazar los negativos. Guarda y vuelva a leer esos pensamientos positivos con frecuencia.

Diario de gratitud: la gratitud puede ayudarte a aliviar el estrés y la ansiedad al enfocar tus pensamientos en lo positivo de tu vida.

Diario de éxito: se ha demostrado que anotar los éxitos y centrarse en pensamientos positivos reduce la preocupación y el estrés.

Escriba una carta que no enviarás: cuando te sientas ansioso o ansiosa por una interacción o una relación personal, es posible que tengas muchos diálogos en tu cabeza. Y aunque puede ser necesaria una conversación real, escribir una carta a alguien a quien no enviarás te ayudará a expulsar parte de la energía extra que te abruma. Escribe una carta honesta y brutal, sin ocultar nada. Escriba todas las cartas que necesites antes de sentirse aliviado o aliviada, pero no las envíes

Canta

Se ha demostrado científicamente que cantar reduce el estrés, alivia la ansiedad y eleva las endorfinas, lo que te hace sentir animado y feliz. Ayuda a relajar la tensión muscular y disminuye los niveles de las hormonas del estrés en el torrente sanguíneo y puede ayudarte a dejar de pensar en los problemas del día para mejorar tu estado de ánimo.

Además, los científicos han identificado un órgano diminuto en el oído llamado sacculus, que responde a las frecuencias creadas por el canto. La respuesta crea una sensación inmediata de placer, independientemente de cómo suene el canto, por lo que no es necesario tener una voz increíble para sentir los efectos positivos del canto.

Los participantes en un estudio mostraron disminuciones significativas en los niveles de ansiedad y depresión después de un mes de agregar el canto a su rutina.

Entonces, si te encuentras en una situación difícil, canta una canción alegre y positiva para revivir el estrés, la preocupación y la ansiedad. Canta una canción tres veces o canta tres canciones positivas diferentes a la vez. Deja que la música te inunde y siente los efectos curativos y vigorizantes que levantan inmediatamente el estado de ánimo y te brindan alivio. Por mi propia experiencia, puedo decir que realmente funciona.

Imprime la letra para que puedas cantar todas las palabras y elige canciones que tengan letras que tengan un significado para ti personalmente. 

Evita la procrastinación

Otra forma de controlar tu estrés es estar al tanto de tus prioridades y dejar de postergar las cosas. Preocuparse por algo que necesitas hacer requiere energía. Esa es la energía gastada además de la energía necesaria para realizar la tarea. Posponer las tareas indeseables requiere más esfuerzo que simplemente hacerlas.

La procrastinación puede llevarlo a actuar de manera reactiva, dejándolo luchando por ponerse al día. Esto puede causar estrés, lo que afecta negativamente tu salud y la calidad del sueño.

Adquiere el hábito de hacer una lista de tareas pendientes organizada por prioridades. Si no puedes hacer todo, elije seis elementos que sean los más importantes y concéntrate en ellos. Establece plazos realistas y avance en la lista.

Una sugerencia es reservar un cierto bloque de tiempo cada día, 30 minutos por ejemplo, para trabajar en los elementos de tu lista de tareas pendientes.

Reduce la ingesta de cafeína

Las investigaciones muestran que altas dosis de cafeína, un estimulante que se encuentra en el café, el té y las bebidas energéticas, pueden aumentar los niveles de ansiedad, depresión y también aumenta la necesidad de medicamentos para la ansiedad. La cafeína puede causar ansiedad y pánico en pacientes con trastorno de pánico y puede agravar los síntomas del síndrome premenstrual. Los consumidores crónicos que son sensibles a la cafeína pueden desarrollar síntomas de cafeinismo, una condición marcada por inquietud, nerviosismo, irritabilidad, insomnio, diuresis, temblores y taquicardia en dosis relativamente bajas. Y los consumidores de cafeína en exceso pueden mostrar signos de síndrome de abstinencia de cafeína después de abstenerse de la droga.

Las personas tienen diferentes umbrales para la cantidad de cafeína que pueden tolerar. Si notas que la cafeína te pone nervioso o ansioso/a, considera reducirlo.

Aunque muchos estudios sugieren que el café puede ser saludable con moderación, no es para todos. En general, cuatro o menos tazas al día se considera una cantidad moderada.

 El amor es lo que fortaleza la familia, parejas y al mundo!

sin el amor no podríamos avanzar hacia la paz, claro que hoy en día el amor carece en muchos aspectos
pero un mensaje como este podría llenar corazones vacíos de amor así como llenará un vacío de corazones. No te sueltes de la mano del amor porque el poder que tiene es mágico y sagrado, puede
despertar sonrisas "apagadas" si el amor es real, si el amor es genuino. 
El poder de un abrazo por amor a tu hermano, hermana, padre o madre es lo que nos mantiene unidos.
Porque a través del amor se pueden resolver conflictos hasta con uno mismo, no tengas miedo de amar aún si el odio está presente, porque el odio eventualmente se consume así mismo mientras el amor prevalece.
El amor existe en la familia y aunque la familia en algunas ocasiones no estén de acuerdo con algo, el amor puede volver a reconectar y unir de nuevo a través del dialogo y los abrazos. Aún en tus peores momentos encontrarás en tu camino a las personas que realmente te llevan en el corazón y te ayudarán incondicionalmente.

El poder del amor en la pareja
No existe algo más fuerte que el verdadero amor mutuo entre 2 personas, he sabido de parejas
que van a terapia por tener problemas en su relación aún viendo sicólogos no se ha solucionado
sus problemas de pareja, la única solución es el amor verdadero, si esa pareja no se caso amándose de verdad y solamente por atracción u otras razones que no haya sido el amor verdadero entonces los problemas tanto conyugales como de infidelidad estarán presentes. Aun si en esa pareja no exista el amor verdadero, el respeto mutuo y la comprensión quizás puede calmar la "tempestad" y llegar a un acuerdo.
El amor al poder
No funciona para unir a las personas, todos tenemos el poder y la habilidad de ayudar a otros de alguna manera u otra, por lo tanto a ese tipo de poder es el que deberíamos procurar con más frecuencia, el amor de hermanos y hermanas al prójimo.

 La actitud positiva es la que más importa y muchas veces un poco complicada de adoptar, pero nos mejora el día, nos llena de esperanza y bienestar al darle frente a situaciones complicadas y estresantes con una actitud positiva que en también al mismo tiempo mejora la salud. Mucha gente y también me apunto hemos de pronto ponerle condiciones a esta actitud como: "solamente si me siento bien adoptaré una actitud positiva", sueles sucedernos con frecuencia el mantenernos negativos ante algo que nos parece injusto. Lo cual nos parece algo lejano sentirnos positivos.

Como adoptar una actitud positiva ante situaciones difíciles

En nuestra era enfrentamos muchas adversidades que nos hacen sentir tristes y muchas veces deprimidos, por no tener una motivación concreta y sólida sobre como lidiar mejor con cosas que nos parece fuera de nuestro control. Adoptar una actitud positiva es de valientes he escuchado decir, pero realmente es dependiendo de que tipo de hábitos solemos adoptar con frecuencia, por ejemplo alguien me tiene un auto nuevo como regalo en la siguiente ciudad pero tendría que caminar 20 kilómetros, pero la motivación es el auto lo que nos anima, es nuestra llama, nuestra pasión por seguir adelante caminando devorando kilometros hasta llegar al lugar donde esta nuestra motivación por ese camino largo. Si tienes que esperar por horas por unos documentos que te ayudarán a empezar tu negocio, lo harías porque tu motivación está en el resultado o la razón por obtener esos documentos. En la vida generalmente necesitamos una motivación, siempre existirá una si vemos la foto completa, la motivación para una actitud positiva se encuentra en todas partes, en los lugares más silenciosos de nuestros pensamientos.

Como mantener una actitud positiva en el trabajo:

Rodéate de gente positiva.

El viejo dicho "los pájaros del mismo plumaje vuelan juntos" se puede ver de dos maneras. O las personas que son similares se encuentran naturalmente entre sí, o las personas de un grupo se vuelven iguales con el tiempo.

Con quién andas se contagia. Si siempre estás con personas negativas que se quejan de todo, te convertirás en un quejoso y verás el mundo tan negativo como ellos. Se puede pensar que puede mantener una actitud positiva y cambiarlos, pero ese no será el caso. Trata de conectarte con personas a las que les gusta tu trabajo, tienen nuevas ideas y están interesadas en muchas otras cosas además del trabajo. Mejorará toda tu perspectiva. No siempre puedes elegir a tus compañeros de trabajo, pero puedes tener cuidado con la cantidad de tiempo que pasas con ellos y en qué entorno. Si estás atrapado con un grupo negativo, ten cuidado de no participar en la negatividad. Tome descansos y sal a caminar en lugar de sumergirte en el drama y los chismes negativos de la sala de descanso. 

Llena tu mente con información positiva.

De la misma manera que las personas que te rodean te cambian para parecerte más a ellas, también lo es lo que alimentas en tu mente.

Escucha música positiva con auriculares. Escucha audiolibros edificantes mientras conduces al trabajo. Lee libros que sean alentadores. Ve videos y escucha programas que sean positivos o te ayuden a mejorar sus habilidades. Si tú eres lo que comes y es válido para tu cuerpo, tu mente es lo que alimentas.

Crea una rutina para el día.

Es fácil pensar que si tienes una rutina en el trabajo, estás atrapado en una rutina o no eres "flexible". Sin embargo, la verdad es que las rutinas nos brindan una buena estructura de respaldo. Una rutina matutina es especialmente buena, ya que para muchas personas, la mañana es cuando estamos más alerta y despiertos, pero a veces no podemos abrocharnos el cinturón y empezar.

Crea una rutina que te ayude a realizar el trabajo más importante, a tomar descansos en el momento adecuado y dejar la última hora del día laboral para un trabajo menos arduo y preparación para el día siguiente. La mayoría de nosotros nos cansamos al final del día, así que no dejes el trabajo duro para entonces. Es importante terminar cada día preparándose para el siguiente.

La actitud positiva lo es todo en cualquier situación, busca algo para mantenerte motivado con una actitud que a la larga mejorará tu camino y del modo como ves la vida, claro que existen obstáculos que intentarán desanimarte pero nada puede borrar lo que escribas en tu corazón con tus pensamientos de cada día, todo empieza en tu mente y se mantiene en tus pensamientos que sí son pensamientos llenos de positivismo mejorarán tu habilidad para seguir adelante.

miércoles, 13 de enero de 2021


Pandemias hubo muchas en la historia, comenzando por la peste negra en la Edad Media y pasando por las enfermedades que vinieron de Europa y arrasaron con la población autóctona en América en tiempos de la conquista. Se estima que entre la gripe, el sarampión y el tifus murieron entre 30 y 90 millones de personas. Más recientemente, todos evocan la gripe española (1918-1919), la g
ripe asiática (1957), la gripe de Hong Kong (1968), el VIH / sida (desde la década de 1980), la gripe porcina AH1N1 (2009), el SARS (2002), el ébola (2014), el MERS (coronavirus, 2015) y ahora el Covid-19.

Sin embargo, nunca vivimos en estado de cuarentena global, nunca pensamos que sería tan veloz la instalación de un Estado de excepción transitorio, un Leviatán sanitario, por la vía de los Estados nacionales. En la actualidad, casi un tercio de la humanidad se halla en situación de confinamiento obligatorio. Por un lado, se cierran fronteras externas, se instalan controles internos, se expande el paradigma de la seguridad y el control, se exige el aislamiento y el distanciamiento social. Por otro lado, aquellos que hasta ayer defendían políticas de reducción del Estado hoy rearman su discurso en torno de la necesaria intervención estatal, se maldicen los programas de austeridad que golpearon de lleno la salud pública, incluso en los países del Norte global...

Resulta difícil pensar que el mundo anterior a este año de la gran pandemia fuera un mundo «sólido», en términos de sistema económico y social. El coronavirus nos arroja al gran ruedo en el cual importan sobre todo los grandes debates societales: cómo pensar la sociedad de aquí en más, cómo salir de la crisis, qué Estado necesitamos para ello; en fin, por si fuera poco, se trata de pensar el futuro civilizatorio al borde del colapso sistémico.

Quisiera en este artículo contribuir a estos grandes debates, con una reflexión que propone avanzar de modo precario en algunas lecciones que nos ofrece la gran pandemia y bosquejar alguna hipótesis acerca del escenario futuro posible.

La vuelta del Estado y sus ambivalencias: el Leviatán sanitario y sus dos caras

Reformulando la idea de Leviatán climático de Geoff Mann y Joel Wainwright, podemos decir que estamos hoy ante la emergencia de un Leviatán sanitario transitorio, que tiene dos rostros. Por un lado, parece haber un retorno del Estado social. Así, las medidas que se están aplicando en el mundo implican una intervención decidida del Estado, lo cual incluye desde gobiernos con Estados fuertes –Alemania y Francia– hasta gobiernos con una marcada vocación liberal, como Estados Unidos. Por ejemplo, Angela Merkel anunció un paquete de medidas sanitarias y económicas por 156.000 millones de euros, parte del cual va como fondo de rescate para autónomos sin empleados y empresas de hasta diez trabajadores; en España, las medidas movilizarán hasta 200.000 millones de euros, 20% del PIB; en Francia, Emmanuel Macron anunció ayudas por valor de 45.000 millones de euros y garantías de préstamos por 300.000 millones. La situación es de tal gravedad, ante la pérdida de empleo y los millones de desocupados que esta crisis generará, que incluso los economistas más liberales están pensando en un segundo New Deal en el marco de esta gran crisis sistémica. A mediano y largo plazo, la pregunta siempre es a qué sectores beneficiarán estas políticas. Por ejemplo, Donald Trump ya dio una señal muy clara; la llamada Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica contra el Coronavirus (CARES, por sus siglas en inglés) es un paquete de estímulos de dos billones de dólares para, entre otros objetivos, rescatar sectores sensibles de la economía, entre los cuales está la industria del fracking, una de las actividades más contaminantes y más subsidiadas por el Estado.

Por otro lado, el Leviatán sanitario viene acompañado del Estado de excepción. Mucho se escribió sobre esto y no abundaremos. Basta decir que los mayores controles sociales se hacen visibles en diferentes países bajo la forma de violación de los derechos, de militarización de territorios, de represión de los sectores más vulnerables. En realidad, en los países del Sur, antes que una sociedad de vigilancia digital al estilo asiático, lo que encontramos es la expansión de un modelo de vigilancia menos sofisticado, llevado a cabo por las diferentes fuerzas de seguridad, que puede golpear aún más a los sectores más vulnerables, en nombre de la guerra contra el coronavirus.

Una pregunta resuena todo el tiempo: ¿hasta dónde los Estados tienen las espaldas anchas para proseguir en clave de recuperación social? Esto es algo que veremos en los próximos tiempos y a este devenir no serán ajenas las luchas sociales, esto es, los movimientos desde abajo, pero también las presiones que ejercerán desde arriba los sectores económicos más concentrados. Por otro lado, es claro que los Estados periféricos tienen muchos menos recursos, ni que hablar Argentina, a raíz de la situación de cuasi default y de desastre social en que la ha dejado el último gobierno de Mauricio Macri. Ningún país se salvará por sí solo, por más medidas de carácter progresista que implemente. Todo parece indicar que la solución es global y requiere de una reformulación radical de las relaciones Norte-Sur, en el marco de un multilateralismo democrático, que apunte a la creación de Estados nacionales en los cuales lo social, lo ambiental y lo económico aparezcan interconectados y en el centro de la agenda.

Las crisis como aprendizajes para no caer en falsas soluciones

La pandemia pone de manifiesto el alcance de las desigualdades sociales y la enorme tendencia a la concentración de la riqueza que existe en el planeta. Esto no constituye una novedad, pero sí nos lleva a reflexionar sobre las salidas que han tenido otras crisis globales. En esa línea, la crisis global que aparece como el antecedente más reciente, aun si tuvo características diferentes, es la de 2008. Causada por la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, la crisis fue de orden financiero y se trasladó a otras partes del mundo para convertirse en una convulsión económica de proporciones globales. También persiste como el peor recuerdo en cuanto a la resolución de una crisis, cuyas consecuencias todavía estamos viviendo. Salvo excepciones, los gobiernos organizaron salvatajes de grandes corporaciones financieras, incluyendo a los ejecutivos de estas, que emergieron al final de la crisis más ricos que nunca.

Así, en términos sociales y a escala mundial, la reconfiguración fue regresiva. Suele decirse que la economía volvió a recuperarse, pero el 1% de los más ricos pegó un salto y la brecha de la desigualdad creció. Recordemos el surgimiento del movimiento Occupy Wall Street, en 2011, cuyo lema era «Somos el 99%». Millones de personas perdieron sus casas en el mundo y quedaron sobreendeudados y sin empleo, la desigualdad se profundizó, los planes de ajuste y la desinversión en salud y educación se expandieron por numerosos países, algo que ilustra de manera dramática un país como Greciapero que se extiende a países como Italia, España e incluso Francia. En vísperas del Foro de Davos, en enero de 2020, un informe de Oxfam consignaba que de solo «2.153 milmillonarios que hay en el mundo poseen más riqueza que 4.600 millones de personas (60% de la población mundial)». En términos políticos globales, produjo enormes movimientos tectónicos, ilustrados por la emergencia de nuevos partidos y liderazgos autoritarios en todo el mundo: una derecha reaccionaria y autoritaria, que incluye desde el Tea Party hasta Donald Trump, desde Jair Bolsonaro hasta Scott Morrison, desde Matteo Salvini hasta Boris Johnson, entre otros.

Por otro lado, si hasta hace pocos años se consideraba que América Latina marchaba a contramano del proceso de radicalización en clave derechista que hoy atraviesan parte de Europa y Estados Unidos, con sus consecuencias en términos de aumento de las desigualdades, xenofobia y antiglobalismo, hay que decir que, en los últimos tiempos, nuevos vientos ideológicos recorren la región, sobre todo luego de la emergencia de Bolsonaro en Brasil y el golpe en Bolivia. A esto hay que añadir que América Latina, si bien sobrevivió en pleno «Consenso de los Commodities» a la crisis económica y financiera de 2008 gracias al alto precio de las materias primas y la exportación a gran escala, poco logró conservar de aquel periodo de neoextractivismo de vacas gordas. En la actualidad, continúa siendo la región más desigual del mundo (20% de la población concentra 83% de la riqueza), es la región donde se registra un mayor proceso de concentración y acaparamiento de tierras (gracias a la expansión de la frontera agropecuaria), además de ser la zona del mundo más peligrosa para activistas ambientales y defensores de derechos humanos (60% de los asesinatos a defensores del ambientes, cometidos en 2016 y 2017, ocurrieron en América Latina) y, por si fuera poco, es la región más insegura para las mujeres víctimas de femicidio y violencia de género.

Así, la resolución de la crisis de 2008 y sus efectos negativos se hacen sentir hoy con claridad. Estas salidas, que acentuaron la concentración de la riqueza y el neoliberalismo depredador, deben funcionar hoy como un contraejemplo eficaz y convincente para apelar a propuestas innovadoras y democráticas que apunten a la igualdad y la solidaridad. Al mismo tiempo, deberían hacernos reflexionar acerca de que ni siquiera aquellos países del Sur que durante el «Consenso de los Commodities» sortearon la crisis y aprovecharon la rentabilidad extraordinaria a través de la exportación de las materias primas, utilizando las recetas del neoextractivismo, funcionaron ni pueden presentarse como la encarnación de un modelo positivo.

Ocultamiento de las causas ambientales e hiperpresencia del discurso bélico

Anteriormente afirmé que la reconfiguración social, económica y política después de la crisis de 2008 fue muy negativa. Quisiera ahora detenerme un poco en las causas ambientales de la pandemia. Hoy leemos en numerosos artículos, corroborados por diferentes estudios científicos, que los virus que vienen azotando a la humanidad en los últimos tiempos están directamente asociados a la destrucción de los ecosistemas, a la deforestación y al tráfico de animales silvestres para la instalación de monocultivos. Sin embargo, pareciera que la atención sobre la pandemia en sí misma y las estrategias de control que se están desarrollando no han incorporado este núcleo central en sus discursos. Todo eso es muy preocupante.

¿Acaso alguien escuchó en el discurso de Merkel o Macron alguna alusión a la problemática ambiental que está detrás de esto? ¿Escucharon que Alberto Fernández, quien ha ganado legitimidad en las últimas semanas gracias a la férrea política preventiva y a su permanente contacto y toma de decisiones con un comité de expertos, haya hablado alguna vez de las causas socioambientales de la pandemia? Las causas socioambientales de la pandemia muestran que el enemigo no es el virus en sí mismo, sino aquello que lo ha causado. Si hay un enemigo, es este tipo de globalización depredadora y la relación instaurada entre capitalismo y naturaleza. Aunque el tópico circula por las redes sociales y los medios de comunicación, no entra en la agenda política. Esta «ceguera epistémica» –siguiendo el término de Horacio Machado Aráoz– tiene como contracara la instalación de un discurso bélico sin precedentes.

La proliferación de metáforas bélicas y el recuerdo de la Segunda Guerra Mundial atraviesan los discursos, desde Macron y Merkel hasta Trump y Xi Jinping. Algo que se repite en Alberto Fernández, quien habla constantemente del «enemigo invisible». En realidad, esta figura puede fomentar la cohesión de una sociedad frente al miedo del contagio y de la muerte, «cerrando filas ante el enemigo común», pero no contribuye a entender la raíz del problema, sino más bien a ocultarlo, además de naturalizar y avanzar en el control social sobre aquellos sectores considerados como más problemáticos (los pobres, los presos, los que desobedecen al control).

El discurso bélico confunde y oculta las raíces del problema, atacando el síntoma, pero no las causas profundas, que tienen que ver con el modelo de sociedad instaurado por el capitalismo neoliberal, a través de la expansión de las fronteras de explotación y, en este marco, por la intensificación de los circuitos de intercambio con animales silvestres, que provienen de ecosistemas devastados. Por último, la fórmula bélica se asocia más al miedo que a la solidaridad y ha conllevado incluso una multiplicación de la vigilancia ante el incumplimiento de las medidas dictadas por los gobiernos para evitar los contagios. No son pocos los relatos, en Argentina así como en otros países, que dan cuenta de la asociación entre el discurso bélico y la figura del «ciudadano policía», erigido en atento vigía, dispuesto a denunciar a su vecino al menor desliz en la cuarentena. En suma, es necesario abandonar el discurso bélico y asumir las causas ambientales de la pandemia, junto con las sanitarias, y colocarlas en la agenda pública, lo cual ayudaría a prepararnos positivamente para responder al gran desafío de la humanidad: la crisis climática.

Horizontes posibles. Desde el paradigma del cuidado hasta el gran pacto ecosocial y económico

El año de la gran pandemia nos instala en una encrucijada civilizatoria. Frente a nuevos dilemas políticos y éticos, nos permite repensar la crisis económica y climática desde un nuevo ángulo, tanto en términos multiescalares (global/nacional/local) como geopolíticos (relación Norte/Sur bajo un nuevo multilateralismo). Podríamos formular el dilema de la siguiente manera. O bien vamos hacia una globalización neoliberal más autoritaria, un paso más hacia el triunfo del paradigma de la seguridad y la vigilancia digital instalado por el modelo asiático, tan bien descrito por el filósofo Byung-Chul Han, aunque menos sofisticado en el caso de nuestras sociedades periféricas del Sur global, en el marco de un «capitalismo del caos», como sostiene el analista boliviano Pablo Solón. O bien, sin caer en una visión ingenua, la crisis puede abrir paso a la posibilidad en la construcción de una globalización más democrática, ligada al paradigma del cuidado, por la vía de la implementación y el reconocimiento de la solidaridad y la interdependencia como lazos sociales e internacionales; de políticas públicas orientadas a un «nuevo pacto ecosocial y económico», que aborde conjuntamente la justicia social y ambiental.

Las crisis, no hay que olvidarlo, también generan procesos de «liberación cognitiva», como dice la literatura sobre acción colectiva y Doug McAdam en particular, lo cual hace posible la transformación de la conciencia de los potenciales afectados; esto es, hace posible superar el fatalismo o la inacción y torna viable y posible aquello que hasta hace poco era inimaginable. Esto supone entender que la suerte no está echada, que existen oportunidades para una acción transformadora en medio del desastre. Lo peor que podría ocurrir es que nos quedemos en casa convencidos de que las cartas están marcadas y que ello nos lleve a la inacción o a la parálisis, pensando que de nada sirve tratar de influir en los procesos sociales y políticos que se abren, así como en las agendas públicas que se están instalando. Lo peor que podría suceder es que, como salida a la crisis sistémica producida por la emergencia sanitaria, se profundice «el desastre dentro del desastre», como afirma la feminista afroaestadounidense Keeanga-Yamahtta Taylor, recuperando el concepto de Naomi Klein de «capitalismo del desastre». Hay que partir de la idea de que estamos en una situación extraordinaria, de crisis sistémica, y que el horizonte civilizatorio no está cerrado y todavía está en disputa.

En esa línea, ciertas puertas deben cerrarse (por ejemplo, no podemos aceptar una solución como la de 2008, que beneficie a los sectores más concentrados y contaminantes, ni tampoco más neoextractivismo), y otras que deben abrirse más y potenciarse (un Estado que valorice el paradigma del cuidado y la vida), tanto para pensar la salida de la crisis como para imaginar otros mundos posibles. Se trata de proponer salidas a la actual globalización, que cuestionen la actual destrucción de la naturaleza y los ecosistemas, que cuestionen una idea de sociedad y vínculos sociales marcados por el interés individual, que cuestionen la mercantilización y la falsa idea de «autonomía». En mi opinión, las bases de ese nuevo lenguaje deben ser tanto la instalación del paradigma del cuidado como marco sociocognitivo como la implementación de un gran pacto ecosocial y económico, a escala nacional y global.

En primer lugar, más que nunca, se trata de valorizar el paradigma del cuidado, como venimos insistiendo desde el ecofeminismo y los feminismos populares en América Latina, así como desde la economía feminista; un paradigma relacional que implica el reconocimiento y el respeto del otro, la conciencia de que la supervivencia es un problema que nos incumbe como humanidad y nos involucra como seres sociales. Sus aportes pueden ayudarnos a repensar los vínculos entre lo humano y lo no humano, a cuestionar la noción de «autonomía» que ha generado nuestra concepción moderna del mundo y de la ciencia; a colocar en el centro nociones como la de interdependencia, reciprocidad y complementariedad. Esto significa reivindicar que aquellas tareas cotidianas ligadas al sostenimiento de la vida y su reproducción, que han sido históricamente despreciadas en el marco del capitalismo patriarcal, son tareas centrales y, más aún, configuran la cuestión ecológica por excelencia. Lejos de la idea de falsa autonomía a la que conduce el individualismo liberal, hay que entender que somos seres interdependientes y abandonar las visiones antropocéntricas e instrumentales para retomar la idea de que formamos parte de un todo, con los otros, con la naturaleza. En clave de crisis civilizatoria, la interdependencia es hoy cada vez más leída en términos de ecodependencia, pues extiende la idea de cuidado y de reciprocidad hacia otros seres vivos, hacia la naturaleza.

En este contexto de tragedia humanitaria a escala global, el cuidado no solo doméstico sino también sanitario como base de la sostenibilidad de la vida cobra una significación mayor. Por un lado, esto conlleva una revalorización del trabajo del personal sanitario, mujeres y hombres, médicos infectólogos, epidemiólogos, intensivistas y generalistas, enfermeros y camilleros, en fin, el conjunto de los trabajadores de la salud, que afrontan el día a día de la pandemia, con las restricciones y déficits de cada país, al tiempo que exige un abandono de la lógica mercantilista y un redireccionamiento de las inversiones del Estado en las tareas de cuidado y asistencia. Por otro lado, las voces y la experiencia del personal de la salud serán cada vez más necesarias para colocar en la agenda pública la inextricable relación que existe entre salud y ambiente, de cara al colapso climático. Nos aguardan no solo otras pandemias, sino la multiplicación de enfermedades ligadas a la contaminación y al agravamiento de la crisis climática. Hay que pensar que la medicina, pese a la profunda mercantilización de la salud a la que hemos asistido en las últimas décadas, no ha perdido su dimensión social y sanitarista, tal como podemos ver en la actualidad, y que de aquí en más se verá involucrada directamente en los grandes debates societales y, por ende, en los grandes cambios que nos aguardan y en las acciones para controlar el cambio climático, junto con sectores ecologistas, feministas, jóvenes y pueblos originarios.

En Argentina, el gobierno de Alberto Fernández dio numerosas señales en relación con la importancia que otorga al cuidado como tarea y valor distintivo del nuevo gobierno. Una de ellas fue la creación del Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual, así como la inclusión en el gobierno de destacadas profesionales, cuyo aporte en clave feminista atraviesa de manera transversal distintas áreas del Estado. Este gesto hacia la incorporación del feminismo como política de Estado debe traducirse también en una ampliación de la agenda pública en torno del cuidado. Es de esperar que las mujeres hoy funcionarias asuman la tarea de conectar aquello que hoy aparece obturado y ausente en el discurso público, esto es, la estrecha relación entre cuidado, salud y ambiente.

En segundo lugar, esta crisis bien podría ser la oportunidad para discutir soluciones más globales, en términos de políticas públicas. Hace unos días la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), propuso un nuevo Plan Marshall que libere 2,5 billones de dólares de ayuda a los países emergentes, que implique el perdón de las deudas y un plan de emergencia en servicios de salud, así como programas sociales. La necesidad de rehacer el orden económico mundial, que impulse un jubileo de la deuda, aparece hoy como posible. Aparece también posible impulsar un ingreso ciudadano, debate que se ha reactivado al calor de una pandemia que destruye millones de puestos de trabajo, además de profundizar la precarización laboral, mediante esquemas de teletrabajo que extienden la jornada laboral.

Sin embargo, es necesario pensar este New Deal no solo desde el punto de vista económico y social, sino también ecológico. Lo peor sería legislar contra el ambiente para reactivar la economía, acentuando la crisis ambiental y climática y las desigualdades Norte-Sur. Son varias las voces que ponen de manifiesto la necesidad de un Green New Deal como el lanzado por la diputada demócrata Alexandria Ocasio-Cortez en 2019. Desde Naomi Klein hasta Jeremy Rifkin, varios han retomado el tema en clave de articulación entre justicia social, justicia ambiental y justicia racial.

En el contexto de esta pandemia, ha habido algunas señales. Por ejemplo, Chris Stark, jefe ejecutivo del Comité sobre Cambio Climático del Reino Unido (CCC), sostuvo que la inyección de recursos que los gobiernos deben insuflar en la economía para superar la crisis del Covid-19 debe tener en cuenta los compromisos sobre el cambio climático, esto es, el diseño de políticas y estrategias que no sean solo económicas sino también un «estímulo verde». En Estados Unidos un grupo de economistas, académicos y financistas agrupados bajo la consigna del estímulo verde (green stimulusenviaron una carta en la que instaron al Congreso a que presione aún más para garantizar que los trabajadores estén protegidos y que las empresas puedan operar de manera sostenible para evitar las catástrofes del cambio climático, especialmente en una economía marcada por el coronavirus.

Con Enrique Viale, en nuestro último libro Una brújula en tiempos de crisis climática (de próxima publicación por la editorial Siglo Veintiuno), apuntamos en esta dirección y por ello proponemos pensar en términos de un gran pacto ecosocial y económico. Sabemos que, en nuestras latitudes, el debate sobre el Green New Deal es poco conocido, por varias razones que incluyen desde las urgencias económicas hasta la falta de una relación histórica con el concepto, ya que en América Latina nunca hemos tenido un New Deal, ni tampoco un Plan Marshall. En Argentina, lo más parecido a esto fue el Plan Quinquenal bajo el primer gobierno peronista, que tuvo un objetivo nacionalista y redistributivo. Sin embargo, Argentina no venía en ese entonces del desastre, tenía superávit fiscal y los precios de las exportaciones de cereales eran altos. Era un país beneficiado económicamente por la guerra europea y eso le dio al gobierno peronista una oportunidad para generar condiciones de cierta autonomía relativa, orientando su política de redistribución hacia los sectores del asalariado urbano.

Así, no hay aquí un imaginario de la reconstrucción ligado al recuerdo del Plan Marshall (Europa) o el New Deal (Estados Unidos). Lo que existe es un imaginario de la concertación social, ligado al peronismo, en el cual la demanda de reparación (justicia social) continúa asociada a una idea hegemónica del crecimiento económico, que hoy puede apelar a un ideal industrializador, pero siempre de la mano del modelo extractivo exportador, por la vía eldoradista (Vaca Muerta), el agronegocio y, en menor medida, la minería a cielo abierto. La presencia de este imaginario extractivista/desarrollista poco contribuye a pensar las vías de una «transición justa» o a emprender un debate nacional en clave global del gran pacto ecosocial y económico. Antes bien, lo distorsiona y lo vuelve decididamente peligroso, en el contexto de crisis climática.

Esto no significa que no haya narrativas emancipatorias disponibles ni utopías concretas en América Latina. No hay que olvidar que en ka región existen nuevas gramáticas políticas, surgidas al calor de las resistencias locales y de los movimientos ecoterritoriales (rurales y urbanos, indígenas, campesinos y multiculturales, las recientes movilizaciones de los más jóvenes por la justicia climática ), que plantean una nueva relación entre humanos, así como entre sociedad y naturaleza, entre humano y no humano. En el nivel local se multiplican las experiencias de carácter prefigurativo y antisistémico, como la agroecología, que ha tenido una gran expansión, por ejemplo, incluso en un país tan transgenizado como Argentina. Estos procesos de reterritorialización van acompañados de una narrativa político-ambiental, asociada al «buen vivir», el posdesarrollo, el posextractivismo, los derechos de la naturaleza, los bienes comunes, la ética del cuidado y la transición socioecológica justa, cuyas claves son tanto la defensa de lo común y la recreación de otro vínculo con la naturaleza como la transformación de las relaciones sociales, en clave de justicia social y ambiental.

De lo que se trata es de construir una verdadera agenda nacional y global, con una batería de políticas públicas, orientadas hacia la transición justa. Esto exige sin duda no solo una profundización y debate sobre estos temas, sino también la construcción de un diálogo Norte-Sur, con quienes están pensando en un Green New Deal, a partir de una nueva redefinición del multilateralismo en clave de solidaridad e igualdad.

Nadie dice que será fácil, pero tampoco es imposible. Necesitamos reconciliarnos con la naturaleza, reconstruir con ella y con nosotros mismos un vínculo de vida y no de destrucción. El debate y la instalación de una agenda de transición justa pueden convertirse en una bandera para combatir no solo el pensamiento liberal dominante, sino también la narrativa colapsista y distópica que prevalece en ciertas izquierdas y la persistente ceguera epistémica de tantos progresismos desarrollistas. La pandemia del coronavirus y la inminencia del colapso abren a un proceso de liberación cognitiva, a través del cual puede activarse no solo la imaginación política tras la necesidad de la supervivencia y el cuidado de la vida, sino también la interseccionalidad entre nuevas y viejas luchas (sociales, étnicas, feministas y ecologistas), todo lo cual puede conducirnos a las puertas de un pensamiento holístico, integral, transformador, hasta hoy negado.