jueves, 19 de marzo de 2020

Y de repente despertamos un día y todo cambió, en Disney se apagó la magia, la muralla china no era tan fuerte, ahora New York se duerme, y ningún camino quiere conducir a Roma, un virus se corona como dueño del mundo y nos dimos cuenta de nuestra fragilidad, no sabemos si el daño es a propósito o irresponsabilidad de nosotros mismos, pero la amenaza está ahí cada día más fuerte, ya los memes no causan tanta risa, los abrazos y los besos se transformaron en armas peligrosas y la escasez de productos nos demuestra una vez más lo egoísta que somos, tan egoístas que decimos "no hay problema este virus solo se lleva a los viejitos" como si no tuviéramos a nuestros padres o como si no fuéramos a llegar nunca ahí. Queremos hacer valer nuestros "derechos" de decidir si dejar vivir o no a otro y ahora nos damos cuenta que no podemos ni decidir por la vida de nosotros, vivimos en un planeta que ya necesitaba un respiro, y que pensándolo bien nos hemos convertido en el virus de este mundo, hoy nos ponemos una máscara no solo para no contagiarnos sino para tapar nuestra vulnerabilidad mezclada con soberbia y se lava las manos para no reconocer nuestra responsabilidad tal como un pilato.

Llegó el día en el que la tierra se detuvo. 

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