viernes, 9 de mayo de 2014

Un corazón puro no juzga. No acusa y no compara, así como no desea. Un corazón puro acepta y perdona, agradece y ama. Ama de forma desinteresada. Un corazón puro es aquél que solo observa. Se expresa a través de una mente ecuánime porque asiste las miserias y las alegrías sin identificarse. A través de él, el flujo de la vida y del amor no es interrumpido. Está más allá de los dramas y de los juegos de la naturaleza inferior, y siempre vibra en gratitud. Él está siempre celebrando la vida (el sol, la luna, las estrellas, el viento, las flores, la sonrisa...) y todo lo que se expresa a través del ser humano, porque comprende que todo es sagrado; todo es parte del juego divino. Este corazón es un símbolo que representa tu Yo más profundo.
“La flor del día”

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