viernes, 15 de diciembre de 2017

Cuando alguien ve a otra persona triste algunos días de lo único que se preocupa es de que la pena pase lo más rápido posible.
Si alguien está en un proceso de separación, lo que se le pide es que rápidamente de vuelta la página y empiece una vida nueva . Ahí aparece la clásica frase “la vida sigue” o “ el tiempo todo lo cura”, frases que por supuesto al que está sufriendo de nada le sirven.
Cuando alguien esta sólo el tema urgente es que encuentre pareja, si una pareja se ha consolidado el tema primordial a corto plazo es que tengan hijos.
A mi ya se me debiera haber pasado el duelo y cada vez que se me ve con pena se siente el ya pue, que hay que ser fuerte y el tiempo todo lo cura y que no me voy a dar ni cuenta como voy a encontrar un nuevo amor.
Si llevamos un mes con el programa de televisión ya debiéramos ir ganando o sino nos acercamos al fracaso, ¿qué nos pasa en nuestra sociedad?, ¿pórque nos estamos apurando tanto en vivir nuestros procesos y no nos permitimos que la vida tenga su ritmo propio y nos dejamos llevar por ellos, con el fin de no enfermarnos y poder concluirlos en forma sana.
Es como la banda ancha , donde se muestra una forma concreta la rapidez con la que queremos vivir la vida.
A la larga esto es una forma de violencia solapada que puede explicar muchas de nuestras explicaciones, ya que al sentirnos exigidos a avanzar más rápido que nuestro corazón y afectos, nuestra estructura en algún momento se va a revelar y a mostrar con energía que está siendo sometido a una exigencia con la cual no se puede cumplir.
Ojalá podamos respetar nuestros ritmos cueste lo que cueste y que nadie tenga derecho a interferir en ellos. Las cosas pasan cuando tienen que pasar ni un minuto antes ni un minuto después y en eso esta en gran medida la magia de la vida y de nuestro crecimiento como personas.
Bajemos el ritmo de velocidad y gozaremos más de los placeres y aprenderemos mejor de los dolores.

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