La motivación está considerada como herramienta letal para conseguir algo, pero se trata también de un laberinto de posibilidades y probabilidades, enumerarlas sería insuficiente, pues no están encuadradas en sus formas sino que surgen como uno de los grandes secretos de la vida. La motivación en si encierra más dudas que certezas, de hecho no siempre se logra el objetivo cuando esta fuerza está presente a flor de piel.
¿Entonces por qué no se logró el efecto deseado? Es que la misma le da vida a otras sensaciones mucho más interesantes como el deseo de no parar hasta lograrlo, pero ¿acaso no es esto la motivación? Francamente existen otros sucesos interiores que actúan como soporte.
Uno de estos es la pasión, entonces, ¿debo buscar la motivación para lograr algo? Básicamente la respuesta es que no es necesaria, la vida o lo que queremos en realidad tiene su propia energía, la cual solo aparece cuando encontramos o nos damos cuenta de lo que nos gusta. Un volcán siempre será volcán, al menos hasta que se muera claro, esto significa que siempre tendrá su fuerza y vocación de serlo sin importar lo que pasa afuera. Pues bien, así actúa la pasión que estará por encima de la motivación siempre.
El ser humano tiene una gran capacidad para distorsionar estos conceptos y no hacer nada al respecto, dentro de su cronograma de problemas, este será uno que los acompañara siempre, encontrando su verdadera pasión esparcidas de a ratos.
La motivación está envuelta por el tiempo, véase su efecto real, constantemente las personas buscan estar motivadas para empezar y luego volver a hacer lo mismo, con la pasión esto no pasa, el tiempo no existe y esta inexistencia nos da la libertad del hacer y seguir, como un volcán que no mira el afuera.
El ser humano fue dotado de capacidades únicas, son pocos en relación al total que decide subirse a la pasión y emprender el viaje de lo que realmente debería ser su vida, esta será una de las grandes luchas divinas.
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