miércoles, 15 de noviembre de 2017

Alguien me dijo que ¡basta de religiones y doctrinas!, que lo único que nos falta para mejorar como personas y posteriormente como humanidad, es el tener una nueva conciencia con la cual logremos comprender nuestro medio y sobre todo a nosotros mismos para ver realmente las consecuencias y beneficios de hacer lo correcto.
Cuando un hombre es inconsciente es como caminar con los ojos cerrados, como un cuerpo sin alma, es ir matando lentamente todo lo que nos rodea hasta llegar en el punto, donde lo único que queda por morir es uno mismo.
“El Ser humano toma conciencia ante la muerte o el fatalismo”
y esperar que se cumpla esa frase es pagar un alto precio.
He conocido a personas que toman conciencia cuando su corazón es traspasado por la daga de la realidad. Cuando unas palabras llegan cual bofetada, pues es dada, por la persona quien menos creías que te las diría.
Cuando unas lágrimas caen cual cielo que se desploma frente a nosotros y nos hacen abrir lo ojos, nuestra mente y colocan nuestra alma de nuevo en su lugar. Es de admirar y respetar a aquellas personas que toman la decisión de cambiar su forma de vida por amor a su familia; pues tienen la capacidad de transformar un destino dado por las circunstancias al nacer, en un destino hecho con sus capacidades al vivir.
El recoger las piedras que obstruyen nuestro caminar, no pensando en nosotros, si no en los que vendrán después, que son nuestros hijos, nuestro futuro y con ello el bienestar de nuestro hogar es de admirar y respetar. ¡Predicar con el ejemplo es de personas conscientes e inteligentes! Es importante provocar admiración y no desilusiones a los que nos aman.

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