viernes, 25 de mayo de 2018

Dejad de rimar y dejad que la tinta haga lo suyo, que ensucie el papel, que escriba a gritos, que escriba murmullos, que sea flor y sea capullo; que borre, que diga, que haga lo que quiera. Palabras, fragmentos o sílabas, dejadla que solo escriba su propia poesía. Con tinta roja, blanca o amarilla, que pinte del color que más le guste, que llene el papel con sus manchas, que se vuelva romero, chimichurri, ají o manzanilla.
¡¡Dejadla!! Dejadla ser libre y que deslice su aroma sin forma ni margen, que elija ella por dónde, cuándo, cómo. Dejadla irse, volver, fluir, le dejo que baje, que suba, hacer, deshacer. Va y vuelve como una llama encendida, dejadla tropezar, tachar y volver a empezar.
Le dejo ser luz, que sea sombra y si quiere esconderse que se esconda. Asustada, incomprensible, hasta vacía, que escriba como quiera. En imprenta, en cursiva, soltadla en el papel, dejadla que escriba.
Dejad que pase, que se quede, que ría, viva, se calle. Simplemente dejadla que viva su vida, en un bosque o en la avenida, dejadla tranquila, que escriba y escriba.
 

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